Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

viernes, 15 de julio de 2011

Está muy de moda el debate sobre la educación diferenciada:

Nunca había participado en un campamento con niñas exclusivamente. Me doy cuenta de una cosa: la educación diferenciada funciona.

He elaborado una teoría contrastada con mi experiencia: Cuando los niños son muy pequeñitos viene bien que se eduquen juntos; cuando llegan a los cinco o seis años, es mejor separarles, puesto que los niños son más brutos y las niñas necesitan expandir más su "sensibilidad". Los juegos que les gustan comienzan a cambiar drásticamente. Los niños se vuelven más competidores y agresivos, mientras que las niñas comienzan a disfrutar más con la estética y la compañía. Es entonces cuando las niñas comienzan a tener "amigas", mientras que los niños son "compañeros de armas". En estas edades de alevines y alevinas, mientras que a los niños se les puede dejar jugar solos, aunque vigilados porque si no te la montan, las niñas no pueden tener un rato libre porque comienzan a "murmurar" entre ellas y se les complica el carácter. Mi madre lo expresa de un modo muy gráfico. Un día me dijo que ahora entendía una cosa de las monjas que siempre le había fastidiado mucho. Cuando una monja veía un grupito de niñas, directamente las disolvía dando palmas y diciendo: no es tiempo para hablar sino para jugar... Y es que las niñas cuando se quedan juntitas y paradas, lo que hacen es "marujear".

Este tipo de educación,debería mantenerse tras la adolescencia porque si a los catorce o quince años, trece o doce, hoy por hoy, les juntas en vez de disfrutar sanamente, comienzan los flirteos, tontutas enamoradizas y enfrentamientos por los ligues, cuando todavía no tienen una personalidad hecha.

Es bueno que tengan trato con el sexo opuesto, pero no en actividades formativas. Se disipan y no se centran. Necesitan todavía hornearse un poco más.

Cuando llegan a los once las niñas y a los doce o trece los niños, es bueno que cambien de grupo a uno de mayor exigencia física, intelectual y moral. Que comiencen ya una cierta dirección espiritual. Que terminen de forjarse en las virtudes. Desde chiquititos se les ha sugerido una vida virtuosa, hoy es bueno que se les exija. Que den la talla y se les ponga delante modelos atractivos. Que comiencen a desear entregar la vida por algo que merezca la pena. Que no se conformen con poco.

Esta etapa durará hasta los diecisiete o dieciocho años, momento en el que ya han forjado su personalidad, sólo queda perfilar ciertos matices y corregir algunos excesos. En este momento ya están preparados para iniciar un comienzo de relaciones sanas, con naturalidad. Ahora es cuando los chicos pueden aportar algo a la formación de las niñas y viceversa. Es ahora cuando están preparados para descubrirse con admiración. Antes hubieran sido ensayos zafios de identificarse como alguien mayor de lo que eran. Es el momento de culminar su iniciación cristiana con todas las aportaciones naturales del otro sexo. Con este tipo de formación es como uno descubre que realmente tenemos la misma dignidad y somos realmente muy distintos, gracias a Dios, si no nunca podríamos completarnos.

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