Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

martes, 19 de julio de 2011

A veces uno se desorienta...

Cuando llega el calor del verano y la actividad parece que se apacigua, pero quedan miles de pequeñas cosas que debes hacer porque a lo largo del curso no has podido, cuando uno parece que ya no puede dar un paso más y haciendo recuento parece que no has hecho sino meter la pata durante estos dos años... SÓLO QUEDA DECIR: DIOS MÍO TEN MISERICORDIA DE MÍ, PROTEGE A LOS QUE HE PODIDO HACER DAÑO ESTE CURSO Y dejar de hacer examen de conciencia unos días porque te das cuenta de que no estás siendo objetivo.

Hoy he celebrado un funeral por una amiga mía. Cuando la trasladaron al hospital no me acerqué a verla: primero porque no me daba la vida para más; después porque estaba de campamento y no podía dejar a los chavales colgados cuando encima tenía que volver todos los días a Madrid para celebrar la Misa; y, al final, porque me dijeron que ya no reconocía a nadie. Siempre hay alguna excusa, el hecho es que no fuí a verla. También es cierto, que gracias a Dios, un sacerdote amigo mío la estaba atendiendo diariamente en el Ruber.

Espero que Celia me perdone desde el cielo, me ayude e interceda por mí ante el Padre para que desde ahora cumpla mejor con mi ministerio sacerdotal.

Al final, sólo puedo hacer un propósito: desde ahora no pienso liarme con cien mil apostolados, me ceñiré a mi parroquia. Un cura tiene que saber humillar el tiempo. Tú tienes tu tiempo y Dios tiene su eternidad.

Dios mío, te doy las gracias por todo lo que he podido trabajar este curso, por todas las personas que se han aprovechado de mi ministerio y te pido perdón por todo cuanto me he reservado. Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero.

Por lo menos he podido celebrar el funeral en el tanatorio, gracias a que su familia es fenomenal y no guardan rencor por mi negligencia. Ha sido todo un honor poder acompañar a Celia hasta las puertas del cielo con el sacrificio de Cristo. No hay nada más grande que podamos ofrecer a Dios en sufragio por el alma de una persona querida, que toda la Sangre de Cristo derramada en la Cruz por Celia. Una vida para amar. ¡Qué poco es una vida para amar!

Un abrazo

No hay comentarios:

Publicar un comentario