Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

sábado, 19 de noviembre de 2011

Siempre he dicho lo mismo, ¡me han copiado la frase!

La familia es el gran negocio de la vida
Leopoldo Abadía
Ingeniero, escritor
y antiguo profesor de la escuela de negocios IESE
Un extraño en casa: comunicación con el adolescente
Victoria Cardona
        El gran gurú de la economía española, como se le conoce tras el best seller 'La crisis ninja y otros misterios de la economía actual', disecciona ahora la familia. También con su particular estilo.
- ¿La familia es lo más valioso que tenemos?
        - Sí. Es el primer y principal negocio de la vida. Pero, como siempre, se nos puede olvidar.
- Porque en todas cuecen habas.
        - En todas. Cualquier problema que pueda tener usted en la suya lo puedo sufrir yo.
- Padre de doce hijos y 41 nietos, usted echó el resto en el negocio.
        - Y, además, muy contento. Ni mi mujer ni yo tenemos la sensación de haber hecho una gran heroicidad. ¿Que hemos tenido que trabajar? Sí. Soy hijo único y mi padres también echaron el resto conmigo.
- ¿Qué tal maneja esa empresa?
        - Yo conocí a mi mujer cuando estudiaba cuarto de Medicina. Dejó la carrera por mí a los 15 días de hacernos novios. ¡Nunca le dije nada! Nos repartimos los papeles. Ella se quedó de directora general; yo, de comercial. Llevaba la administración, los recursos humanos, la logística... Yo traía los pedidos a casa.
- ¿Sus nueras y yernos qué opinan de ese director comercial?
        - Dicen que es muy majo. Ja, ja. No puedo garantizar que lo crean.
- '36 cosas que hay que hacer para que una familia funcione'. ¿Por dónde empezamos?
        - La familia está formada por individuos irrepetibles.
- ¿Y?.
        - A los que hay que querer como son, no cómo nos gustaría que fueran. Los padres desearíamos que nuestros hijos fuesen los más guapos y listos del barrio.
- Y a veces no es posible.
        - Pues no. Es guapo porque nos parece a nosotros y no es muy listo pero es nuestro hijo. Y a éste hay que ayudarle, del mismo modo que al que no es guapo hay que animarle a que se lo crea.
- Tampoco es cuestión de mentir.
        - La familia se basa en quererse mucho y regalarse detalles de cariño.
- Sigamos.
        - Y siempre hay que fiarse de los hijos. En casa sólo decimos una cosa. 'Haced lo que queráis, pero avisad si venís a comer o a cenar'. A efectos burocráticos para saber cuánta carne hay que preparar.
- Habrá tenido que hacer mucha.
        - Y muchos huevos, chorizos y empanados. Lo mejor que le puede ocurrir a una familia es que un domingo, a las 3.30 de la tarde, se presente un hijo en casa con seis amigos suyos a comer.
- No sé qué pensarán muchas madres, ¿pero por qué lo cree?
        - Porque significa que él y sus amigos están a gusto. Suelo repetir lo que le leí a la primera ministra no­ruega. Cuelga un cartel en su hogar que dice «Una casa tiene que estar suficientemente limpia para que sea higiénica y suficientemente sucia para que sea confortable».
- Recalca la necesidad de sonreír...'
        - Es obligatorio. La vida tiene suficientes amarguras.
'-... y en celebrarlo todo.
        - A mis nietos les felicito el día de su santo y cumpleaños y en el aniversario de su bautizo y primera co­munión. A veces alguno me pregunta 'abuelo, ¿esto por qué?'
- ¿Recuerda el nombre de todos?
        - Sííííííííí. Ya me sé los nombres de las dos que vienen: Sol y Cecilia. Me los sé todos, aunque con dos siempre me equivoco. Cada vez que vienen a casa, le pregunto a mi mujer '¿éste, quién será?'
- ¿Qué tienen esos pequeños?
        - Son dos muy seguidos que se me parecen mucho a mí. Aunque ya no yerro. Cuando llega alguno de ellos digo: '¡Hola, guapo!'
- ¿Cómo le funcionaron las medidas de economía doméstica?
        - Por obligación. Cuando tienes tanta gente hay que gastar con la cabeza. Llega un momento en que se juntan colegios y universidades y tienes la sensación de que no acaba nunca. Hablo desde la experiencia de una familia de doce hijos, pero, cuidado, que no estoy diciendo que hay que tener doce hijos.
- ¿Se planteó tener tantos?
        - Nunca. Hace unos meses mi mujer me soltó '¿sabes que no hemos hablado aún del número de hijos?' Le pregunté si quería y me dijo '¡para qué!' Fueron llegando.
- ¿Suelen juntarse todos?
        - Si no los 66, cuarenta y tantos con mucha frecuencia.
- ¿Dónde vive?
        - En Barcelona. Tenemos dos pisos. Ahora sobra sitio, porque los hijos ya están casados. Pero nos hicimos una casa en el campo muy grande y se nos ha quedado pequeña.
- Normal.
        - Mi mujer sólo le pidió dos cosas al arquitecto. Que tuviera muchas camas y muchos sitios para hacer pis. Tiene 22 camas fijas, no literas, y 7 cuartos de baño.
- ¿La familia tiene futuro?
        - Claro. Es el principal negocio.
- Hay familias irrecuperables.
        - Tristemente. Por eso hay que abortar cualquier problemica. Hay problemazos que fueron problemicas en su inicio.
- ¿En su familia también riñen?
        - Gracias a Dios, no hay problemazos, lo que es un milagro.
- Ya que se hizo famoso escribiendo de economía, ¿cuándo saldremos de esta maldita crisis?
        - Falta mucho porque aún desconocemos su dimensión.
- Con su forma de hablar y escribir, ¿usted es el gran negocio?
        - ¿Sabe qué he logrado? Que la familia se ría de mí. Ahora, llama un hijo a casa, se pone mi mujer y pregunta '¿está el gurú?' ¡Será idiota!
         En el hogar de Abadía tienen por costumbre rezar y dar las gracias a Dios «antes y después de cada comida». La bendición corre a cargo del nieto más pequeño que «sabe rezar», explica este ingeniero convertido en un fenómeno mediático. «Aunque hay un aspecto fundamentalísimo: la libertad absoluta. Lo que no podemos hacer es convertir en odioso el rezo», subraya.
        Famoso por explicar la economía con un lenguaje coloquial, resta trascendencia al reto de haber sacado adelante, junto a la mujer con la que lleva casado 53 años, un hogar tan poblado. «Todas las cosas acaban saliendo. Y no me gusta la palabra austeridad. En casa siempre se decía que sólo había dos clases de carne: rebozada y sin rebozar», sonríe.
 

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