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Un fuerte abrazo

miércoles, 1 de agosto de 2012

Bautismo de Juan

Vamos a empezar con esta nueva tanda de artículos que prometí. El texto base será el de la Biblia de Jerusalén, aunque a veces utilizaremos otras traducciones para enriquecerlo. Espero que lo disfrutéis. Yo por mi parte me comprometo a que cada vez que escriba un artículo de éstos lo haré en un clima de oración, el único interés que me mueve es el de ayudar a rezar, no dar largas explicaciones pesadas...

Nos ponemos en presencia de Dios y le pedimos al Espíritu que podamos unirnos cada día más a Jesús, que le conozcamos y le amemos.

Y leemos el texto bíblico:

1. Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios.
2. Conforme está escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.
3. Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas,
4. apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.
5. Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
6. Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
7. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias.
8. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»


Empezamos a meditar:
Primera vuelta de tuerca (comprender el texto)...

Comienzo de la Buena Noticia, del testimonio sobre Jesús, el Ungido de Dios, el Mesías de Israel, el León de la tribu de Judá... El Hijo de Dios.
Esta es la razón por la cual San Marcos escribe: quiere darnos a conocer a Jesús, el Hijo de Dios. Todo el cristianismo se sonstiene únicamente sobre esta certeza: Jesús es el Hijo de Dios, si no fuera así deberíamos hacernos judíos, pero Jesús ha resucitado y todo cuanto nos dijo e hizo es Verdad. Nada hay más verdadero que esta Palabra. 

San Marcos comienza hablando de San Juan Bautista, el precursor de Jesús. El profeta que nos presenta a Jesús. Es el que ha de preparar los caminos de Jesús, allanar sus sendas, rebajar los montes y elevar los valles. Gracias a su testimonio sobre Jesús, la gente pudo reconocerle.

También nos habla desde el principio de su evangelio del "fracaso" de Jesús. Juan predica en el desierto, nadie le escucha, como a Jesús. Juan realmente predicaba en el desierto, vivía en el desierto, pero también se refiere al desierto en el que Israel conoció a Dios.

Para los judíos de la época de Jesús y para cualquiera que hubiera leído las Escrituras, el desierto es el lugar del enamoramiento, donde Israel conoció al Dios que salva. Es la época en la que más fieles fueron a Dios porque le veían a diario, por eso la predicación de Juan también va por allí, quiere conducir a los judíos a renovar la experiencia de fidelidad a Dios, por eso se bautizan en el Jordan.

No es el bautismo cristiano. Es un rito de purificación, de penitencia y de conversión. Para Juan su bautismo no perdona los pecados, sino que provoca la conversión y es esta conversión la que perdona los pecados. Su bautismo no tiene una eficacia por sí mismo.

A pesar de estar en el desierto, mucha gente acude a Juan buscando la conversión. Algo espera toda esa gente, pero aún no saben qué. Lo único que tienen claro es que deben arrepentirse y cambiar de vida para prepararse.

Juan viste con una pobreza llamativa. Lo único que le interesa es preparar al Pueblo Elegido para la venida del Mesías, todo lo demás es lo de menos. Lleva toda la vida preparándose para su misión, desde que era pequeño sus padres le educaron para esto. Y ahora ha llegado su momento. Durante un tiempo será el protagonista, mientras vaya preparando los corazones, pero también sabe que cuando llegue el Mesías, él habrá terminado su servicio y tendrá que retirarse. Las personas que vienen a él no le pertenecen.

El mismo San Juan sabe que está preparando los caminos del Señor, que viene detrás de Él con fuerza y que no es digno de agacharse para desatarle las sandalias (tarea propia de esclavos). Nisiquiera se reconoce digno de ser su esclavo. Él os bautizará con Espíritu Santo", yo sólo os bautizo con agua. Mi bautismo no es más que un símbolo, Él realizará la purificación que buscáis...

Segunda vuelta de tuerca (meditación: aplicación en la propia vida)...
  
¿Quién es Jesús para mí? Para San Marcos es el Cristo, el que tenía que venir al mundo, el Salvador no sólo de Israel, sino de toda la humanidad. El verdadero Hijo de Dios, Dios de Dios y Luz de Luz (aunque sean fórmulas de Concilios posteriores rigen la fe apostólica). Dios nos ha enviado a su propio Hijo. Mi fe no puede ser tratar de ser bueno o cumplir unos preceptos morales o vivo con Cristo o no soy cristiano. No es una utopía, no es un simple camino de autorrealización personal. Cristo ha resucitado, ¡está Vivo! y yo me lo he encontrado.

El Evangelio que sigue a esta frase es la respuesta a la pregunta de quién es Jesús. San Marcos nos dice: Yo he vivido con Él y os voy a contar lo que he visto y he oído. Soy el discípulo de Pedro y estuve con sus Apóstoles la noche en que le apresaron. Esto que viene a continuación es lo que sé de Él.

Contesta a la pregunta: ¿Quién es Jesús para mí? Y a lo largo del Evangelio irás contrastando si esa idea inicial que tienes sobre Jesús es Verdad o sólo una pálida imagen que te has forjado...

 Dice el Evangelio que San Juan es el mensajero del Señor, el que ha de preparar el terreno a Jesús. ¿Te das cuenta de que tú también eres mensajero de Jesús. Que hay muchas que sin tu vida y tu palabra jamás conocerán a Jesús?, ¿se lo has presentado a alguien últimamente o has invitado a alguien a Misa o a confesarse o a algún grupo de formación que tú también frecuentes?

San Juan es la voz que clama en el desierto. ¿Te escudas en que nadie te va a escuchar para callarte miserablemente?, aunque estés en el desierto ¿eres capaz de anunciar a Jesús? o te importa demasiado lo que vayan a pensar de ti.

Anunciaba el perdón de los pecados y mucha gente acudía a él para bautizarse... ¿Tú anuncias el perdón o condenas a los demás?, ¿te pareces más a la misericordia de Dios o a su ira? Juan buscaba dar a los demás su verdadera imagen, no la imagen adulterada por el pecado y así ellos descubrían lo que se estaban perdiendo. ¿Tú cómo actúas en tu apostolado? ¿Ves sólo la basura de la vida del otro o sabes hacer que se vea amado por Dios? Sóilo así cambiarán de vida.

Y otro tema, relacionado con esto es: ¿Tú cómo te preparas para que Cristo pueda venir a tu vida? Todos los judíos se acercaban a recibir el bautismo de Juan porque querían preparar su corazón con la conversión, con un cambio de vida. ¿Tú te conformas con confesarte o buscas también acabar con el pecado de tu vida? ¿Buscas que Dios pueda darte su fuerza y su vida con la Reconciliación o te confiesas de pascuas a ramos?

Juan vestía con extrema pobreza, vivía lo que predicaba. ¿Tú cómo anuncias a los demás el Evangelio? ¿vives como un hipócrita?. No se trata de ponerse una careta de "perfecto", sino de reconocer con sencillez que somos pecadores, vivir desnudos (abandonando imágenes falsas, no hay por qué esconder el propio pecado), pero tratamos de ser fieles a la Verdad que conocemos, tratamos de vivir el Evangelio sin hipocresías. ¿Te arropas con demasiados argumentos ahogando la sabiduría de la Cruz? ¿Piensas que vas a poder hacer más si te presentas con más medios o poder?. Cristo se presenta con las llagas de la Cruz, San Juan vestido de harapos y tú... ¿qué imagen pretendes dar?

No soy digno de desatarle la correa de las sandalias... ¿Te das cuenta de que no eres Cristo?, ¿que si te rechazan no puedes ofenderte?. ¿Piensas que tú eres la Verdad? No. Eres un servidor de la Verdad, pero no conoces lo que Dios quiere de cada persona, tenemos que vivir con una humildad fundamental. Podemos ayudar a encontrar el camino, pero yo no sé cuál es el camino que Dios quiere que otro recorra. Yo no conozco las claves de la vida de los demás. Mi misión es facilitar un encuentro, lo demás queda entre la libertad de cada persona y la gracia de Dios. No juzgues a nadie, no es ése tu papel. Acércales a Jesús, ponles en la tesitura de tener que poner en juego su libertad... y da un paso atrás... Descálzate porque el terreno que pisas es sagrado, como dijo Dios a Moisés desde la zarza ardiente. ¿Quién te ha revestido de autoridad para juzgar a nadie? ¡Ni la Iglesia se siente capaz de condenar a nadie!

Tercera vuelta de tuerca (contemplar a Jesús)...

 Estamos en los comienzos de la obra de la Salvación. Imagínate con qué ilusión está disponiendo el Padre del ministerio de Juan, qué autoridad daría a sus palabras, qué sentido de prisa, de inminencia es el que dotaría a su discurso, cómo tocaría el corazón de tantos judíos para que aceptaran el mensaje de Juan...

Desde el primer pecado, Dios y la creación entera han estado aguardando este momento. Por fin, vamos a poder salvar al mundo definitivamente. Un mundo surcado por las tinieblas de la soberbia, la violencia, el desamor, los egoísmos, frustraciones y demás locuras que somos capaces de desatar los hombres... En el reino de Satanás, de pronto Dios enciende una luz, que poco a poco irá creciendo hasta alcanzar diemnsiones extraordinarias. Una pequeña luz que alumbrará a todos los hombres de todas las Naciones. Esto es lo que Juan ha comenzado.

Piensa ahora en los tiempos actuales... La obra de la Salvación está surtiendo sus efectos, pero mira cuánta gente hay que no sabe discernir su derecha de su izquierda... Piensa cuánta gente hay que rechaza a Dios sin conocerle. Creen que es un juez implacable, duro, intransigente, que no les deja ser felices. Quizás han recibido una predicación errónea, a lo mejor entendieron mal... Es cierto que es más fácil infundir miedo que amor, pero al final se rechaza el objeto del miedo.

Después de 21 siglos luchando por traer la salvación al mundo, parece que no acabamos de salir del desierto. La Salvación de Dios no parece tener suficiente fuerza y quizás sea por nuestra culpa. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad, pero a lo mejor hoy faltan Juanes que lo anuncien por todas partes...

¿A quién enviaré... Quién irá? ¿Quién les hablará de mí, de lo mucho que les quiero? Puede estar pensando el Padre. ¿Quieres ir tú, amigo mío? ¿Les darás testimonio de que sólo quiero lo mejor para ellos? Que mis brazos no aprisionan, sino que sostienen y confortan. Que su verdadera libertad está en amar, que es para eso para lo que los cree...

La verdadera libertad no es hacer lo que me de la gana, sino contruir mi vida, elegir bien... Elegir el bien. Cuanto más peco, más esclavo me hago de mis pasiones, voy perdiendo la libertad por las heridas de mi piel. Cuanto más me abandono en brazos de Dios, más fuerte soy, mejor puedo elegir, con más claridad veo lo mejor de mi vida y más puedo amar y servir hasta que me olvido de mí mismo y mi alegría se convierte en dar a raudales la vida de Dios a mis hermanos. ¡Eso sí que es ser libre!

Fíjate en cómo te mira Dios. Te necesita para que su Evangelio llegue hasta el último corazón del último hombre que se esconde en el último rincón.

Es Dios el que provocaba esa necesidad de cambiar en los judíos de aquella época... ¿Piensas que se ha cortado las manos? No. Hay mucha gente que tiene sed de Dios, que quieren cambiar su vida, pero creen que no es posible, no encuentran a nadie que les quiera de verdad. No se trata tanto de predicar, como de aprender a querer a cada uno, como Dios les quiere. No busques conversiones, no busques vegetación o frutos en el desierto, confórmate con poder amar a cada persona que se te acerque y ya estarás anunciando a Jesús, anunciarás un amor más grande que el tuyo y provocarás que tengan sed de más. Preocúpate por ellos, en el fondo es lo que más les puede faltar y luego llegará el hablarles, invitarles a alguna charla, o romería o a venirse contigo a Misa... ¡Quien sabe! Piensa que a diferencia de Juan, tú ya tienes a Cristo al lado y es su Gracia con la que cuentas... Eres más que Juan.

Considera por un momento, los sentimientos del Padre, de Cristo y del Santo Espíritu cuando miran el corazón de cada persona, cuando vuelcan en ti su mirada y te sonríen porque te quieren, porque buscan llevarte a la plenitud. Piensa cuánto nos quieren a cada uno. Para Dios no existe la masa, no existen las estadísticas, Dios sólo sabe contar hasta uno. Tiene el corazón tan grande que le cabemos cada uno como si fuéramos su Hijo Único.

¡Qué grande es Dios! Cómo lo ha preparado todo, cuánto nos quiere que lo único que busca es darnos la Vida, que se inicia es las aguas bautismales... Ya no es un símbolo... Es una realidad palpable que nos hace hijos de Dios, tenemos su fuerza en nosotros, su gracia desbordante, su misma Vida y su propio Ser. ¡Quién da más! ¿Hay alguien que pueda dar a sus hijos más de lo que nos da Dios?

Muchas veces pensamos en lo que nosotros tenemos que hacer por Dios, párate unos minutos y date cuenta de lo mucho que Dios te regala hoy. El perdón de los pecados, la posibilidad de una vida nueva con toda su fuerza y su poder, la alegría de poder vivir amando y siendo amado, ser su pripio Hijo y vivir con Él eternamente y ya hoy estar junto a Él, que te tome de la mano y te lleve donde quiera que Él vaya. No pienses más en tus pecados, nisiquiera para llorarlos, piensa en la tremenda miseridordia del Padre que te ha liberado y dado nueva Vida por Jesucristo nuestro Señor.

Medita por un momento, cómo debía mirar Jesús a Juan, con cuánto cariño... ¡Qué ganas debían entrarle de poder conceder su perdón, de una vez, sin símbolos a tantas personas como iban a batuizarse con Juan! Considera cómo serían esos días las orciones de Jesús, qué le diría al Padre, cómo le suplicaría que adelantara la Hora...

Quédate un rato contemplando la oración del Señor...

Contratuerca (tu diálogo con Dios)...

Por fin, llegamos a lo central de tu ratito de oración, habla con el Padre, pídele al Espíritu Santo, quédate un rato y dialoga con Jesús, con Juan el Bautista, con tu Madre Santa María... de los anhelos de tu corazón, de que te dejen mirar lo que hay en el Suyo, de lo que te ha suscitado este texto... Habla con ellos de lo que te de la gana. 

Y por fin, escribe en tu cuaderno lo que más te haya llamado la atención, las dificultades que has experimentado, lo que crees que Dios te ha sugerido en el fondo de tu corazón, las dudas que se te hayna planteado... ¡Lo que te de la gana!, pero búscate un sacerdote con el que hablar y cuéntale todo lo que hayas escrito para que él te pueda ayudar a discernir lo que viene de Dios de lo que sea de tu propia cosecha e incluso discernir si pueda haber algún engaño del Enemigo.

Terminamos rezando un Avemaría...

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