Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

viernes, 31 de agosto de 2012

Jesús ora de noche y predica en todas las aldeas (Mc. 1, 35- 39)

Nos ponemos en presencia del Altísimo. Es tu Padre, que te quiere con locura y quiere hacerte mejor, llevarte a desarrollar todas tus potencialidades. Pon tu vida en sus manos, fíate de Él y algún día te admirarás de todo cuanto ha hecho contigo.

Rezamos un Padrenuestro y buscamos tener un rato de charla tranquilamente con Jesús. Le pedimos que nos conceda un mayor conocimiento de Sí para poderle amar más y servir mejor.

35 De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.36 Simón y sus compañeros fueron en su busca;37 al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan.»38 El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.»39 Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Seguimos con nuestra lectura continua del Evangelio de San Marcos.

A lo largo de estas meditaciones hemos visto una jornada completa de Jesús. Trabaja hasta el agotamiento y aprovecha las únicas horas que le dejan libres (por la noche) para hablar con su Padre.

No sólo quiere darnos ejemplo de trato con su Padre, sino que Él mismo lo necesita. Algunas creerán que por ser Dios no necesitaba orar, pero se olvidan de que también es hombre, un hombre completo y su divinidad de hecho, está constreñida (humillada) por su naturaleza humana. Jesús necesitó el bautismo de Juan para que el Espíritu Santo lo colmara y cada día necesita estar un rato a solas con su Padre. Si Él lo necesita tanto, imagínate nosotros que no somos Dios, que somos la debilidad y la necesidad... Aunque el dibujito que he elegido en esta entrada es un poco ñoño, me gusta. Eso es orar, no se trata de decir grandilocuencias o buscar frases rotundas y hermosas, se trata de estar un rato con Jesús. Simplemente eso, ni más, ni menos.

Pues vemos, cómo Jesús se levanta de madrugada, cuando todavía está oscuro, matiza el Evangelio. Se ve que los apóstoles se quedaron impresionados con esa búsqueda de su Padre por parte de Jesús. Tanto es así, que le piden, en otra ocasión, que les enseñe a rezar porque se dan cuenta de que nadie reza como Jesús. Notad que un judío piadoso siempre usaba fórmulas complicadas para dirigirse a Dios, sin llamarle nunca por el Nombre. La oración no brotaba del corazón, era una liturgia para acercarse al tres veces santo. Los Apóstoles ven a Jesús llamar a Dios "papá", le ven tratarle con inmensa confianza y cariño y sienten envidia de un Dios así, tanto que buscan que Jesús les haga participar de su propio modo de orar. No se trata de decir oraciones estereotipadas, sino de hablar de corazón a corazón con quien sabemos nos ama.

Jesús trata de orar, de tratar los asuntos con su Padre, cada día, pero a veces parece que lo necesita más. Hoy se ve que Jesús no está cómodo quedándose en el ambiente donde le quieren. Cafarnaúm, desde entonces será su ciudad, pero se da cuenta de que hay algo que está faltando y lo comenta con su Padre. Al final, toma una decisión: Ya es hora de salir al resto de Israel, ya es hora de predicar el Reino a todos, no sólo a éstos galileos más brutos que un arado y noblotes como ellos solos.

Jesús habla con su Padre, le cuenta las cosas, cómo se han desarrollado los acontecimientos, las dificultades, las alegrías, los frutos de la predicación, cómo todos sanan con el poder de Dios y se alegra por ello con el Padre. Dios mío, cuánto hacía falta eso en este mundo. ¿Te dan cuenta de que durante siglos hemos estado esperando? y por fin, aquí estamos salvando a tus hijos. Gracias Padre por dejarme encarnarme, por dejar que venga a este mundo que tan necesitado está de nosotros, aunuqe todavía no se da cuenta...

Y no sólo habla Jesús, también deja que el Padre le comunique los tesoros de su corazón en la intimidad del silencio. A veces se queda callado, esperando y nota cómo una idea va surgiendo en su corazón. "Hijo mío, no basta que llegues a Galilea, tienes que subir a Jerusalén. Tienes que enfrentarte a tu Hora. Todos tienen que escuchar tu voz. Has comenzado tu misión, pero no acaba aquí. Quiero llevarte por todo Israel y también saldrás a las ciudades paganas de alrededor para que todos sepan que el Mesías ha llegado a su Pueblo". Poco a poco, en las entrañas de Jesús se desata la necesidad de ir a todos.

¿Cuántas veces mientras orabas el Señor ha puesto una idea en tu corazón? No la dejes morir entre otras miles de ideas que quizás no vengan de Dios. Ponte en pie, álzate y cumple aquello que sabes que Dios te está pidiendo.

Hago un parón porque una familia me pide que les confiese. Rezad por ellos y por lo que no sienten la necesidad de confesar. ¡Qué grande es ser sacerdote para poder traer la misma salvación que trajo Jesús a los hombres de hoy!

Seguimos con nuestro ratito de oración...

Cuando ya todos se ponen en marcha, Pedro y los demás buscan a Jesús. No se inquietan, porque saben que como siempre estará rezando, pero no les gusta hacer esperar a sus conciudadanos. Ellos, aquí, son importantes, son los discípulos del Maestro y se encuentran en su salsa: "Todos te buscan, Señor" Somos famosos... Y la respuesta de Jesús es como si les echara un jarro de agua por encima: Nos vamos, que también en el resto de aldeas tenemos que predicar". Pero, Señor, si en el resto de Israel no te van a acoger como aquí, para qué ir para allá. Que les zurzan. Nosotros nos quedamos aquí, que es donde acogen tu Palabra y que los demás se vayan al infierno... Cuántas veces hemos tentado a Dios con esas palabras. Cuántas veces nos las hemos creído. Y, sin embargo, Jesús continúa su camino. Si quieres ir con Él tendrás que darte prisa porque Jesús ya ha continuado la marcha.

Van a lugares donde los apóstoles no son nadie. Los misioneros van a lugares donde no son nadie. Son los últimos, los parias... Como los sacerdotes diocesanos que nisiquiera tenemos el prestigio de una gran congregación que nos avale. Somos los despreciados por todos que a todos enriquecemos. ¡Éste es mi tesoro!

Jesús tiene prisa por salvar a los hombres... ¿y tú?

A lo mejor, algún joven lee esta entrada. Párate a pensar. Quizás quieras ser un gran abogado y brillar en los tribunales, pues piensa que sólo los alumnos matriculados en Derecho en la Complutense de Madrid son el triple de todos los abogados colegiados en Alemania. Quizás quieras ser un magnífico ingeniero, arquitecto... Hoy sobran alumnmos de todas estas profesiones. ¿Cuál es la única en la que realmente puedes hacer falta? Sin duda, al servicio de Dios en el sacerdocio. Piensa cuántos sacerdotes necesitamos, cuántos misioneros para llevar la Palabra de Dios allende los mares...

Quizás pienses que antes tiene que llamarte el Señor y tienes que notar una llamada super especial en el fondo de tu corazón. Te daré el caso de San Ignacio: ponte ahora de rodillas, mira a tu Madre la Virgen María y dile a viva voz: "Madre, me ofrezco como voluntario para todo aquello para lo que quiera usarme tu Hijo, mientras Él me de la gracia que necesito". Te aseguro que cuando te levantes del suelo ya habrás sido llamado por el Rey de reyes, nuestro Señor Jesucristo.

Rezamos un Avemaría y terminamos nuestra oración hablando tranquilamente durante el tiempo que creas oportuno con nuestro Señor, con el Padre, con el Espíritu Santo y con tu Madre Santa María. Y ¿por qué no? También con el arcángel San Rafael que él custodie tus caminos y te acompañe durante estos años de maduración en la vida.

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